26 de septiembre 2020
Porque ningún desencuentro puede borrar el dolor de un adiós. Un adiós sin
despedida en un sábado de otoño que me despierto pensando en ti.
Y me pregunto, qué mano negra del destino deslizó
sus dedos por nuestras vidas arrancando, otra vez, pedazos de ellas?. Confundió, otra vez, su
agenda de citas, y saltó innumerables
hojas del calendario hasta llegar a tu nombre. Tu nombre… pero no, no era tu
momento, no era el momento de sembrar el desconsuelo en tu personal universo,
no era el momento de abandonar proyectos, no era el momento de decir adiós, no
era el momento … de llevarte ese trocito de historia…
Cuesta saber que no estás, saber que ya no se puede
dejar nada para mañana, que todo se ha acabado. Sólo queda el recuerdo de
aquellos lejanos y alegres días. Lejanos, pero no olvidados y que hoy
precisamente se hacen más presentes.
Formas parte de mi historia, y en ella seguirás. Porque la muerte no se
lleva los recuerdos.
Se ha acabado
el tiempo y sé que lo has peleado, que no lo has puesto fácil, pero la mano se ha
convertido en garra y te ha arrastrado a su oscuridad, quizá buscando la luz de
tu optimismo, la luz de tu vitalidad.
Cuesta decir adiós, duele decirte adiós, Amparo
Que la tierra te sea leve... |